Llega el 2021 y con él muchas esperanzas en que este nuevo año deje atrás todo lo que nos ha tocado vivir en 2020, año recordado para la posteridad como el “año pandémico”.

Llega el momento de decir “Año nuevo, vida nueva”, dicho popular que se refiere a que con todo inicio de ciclo se abren nuevas oportunidades; época de cambio usada por lo general para reflexionar y hacer balances de logros y reveses, de lo realizado y lo no realizado durante el año.

¿Es cierto que este 2020 sólo nos ha traído malos eventos? Probablemente no. A grandes rasgos no parece que se le pueda sacar mucho de positivo pero ha conseguido aquello tan deseado por nuestra querida Mafalda (en el mismo año en que se la llevó): que pararan el mundo para bajarnos un rato. Algo que sin este “año pandémico” no se podría haber conseguido.

¿Para qué ha servido esta pausa? A algunos probablemente para nada, a otros para reconectar con el presente, a otros para perderse en la incertidumbre del futuro, a otros para anclarse en aquel pasado que parece fue mejor. En cualquier caso, este año llega a su fin y muchos ya están volcando sus esperanzas en el siguiente, renovando sus objetivos y propósitos.

De hecho, el dicho “Año nuevo, vida nueva” contiene implícita la noción de que el año que pasó no estuvo a la altura de nuestras expectativas o que no fue tan bueno como hubiéramos querido y anhelamos un cambio a mejor. También nos recuerda que la vida está constituida por una sucesión de ciclos, y que cada ciclo es una nueva oportunidad para concretar nuestros deseos y metas.

Pues bien, aprovechando este momento de cambio de ciclo y propósitos, en este artículo quiero poner el énfasis en los deseos.

¿Por qué son importantes los deseos?

CLos deseos son el alimento de la esperanza y por tanto el motor de nuestra motivación, aquello que nos da fuerza para movilizarnos y echar a andar por un sendero que, aunque “sabemos” cuál es el destino, no sabemos qué nos depara.
Este sendero puede ser largo y costoso, es por ello que resulta fundamental ponernos puestos de avituallamiento, o dicho de otra manera objetivos a corto plazo. Objetivos donde cada vez que lleguemos podamos reponer fuerzas hasta el destino final.
Así dicho es poético y metafórico, agradable para ser leído pero a la hora del hacer necesitamos de la concreción, sino es probable que nos perdamos y abandonemos.

Los deseos suelen ser abstractos (“quiero que todo vaya mejor”, “quiero ser más feliz”, “quiero una mayor autoestima”) o totalistas (“quiero dejar de fumar”, “quiero adelgazar”, “quiero descansar”) y en la abstracción, la pérdida. Debemos tratar de concretizar ese deseo, ese valor o esa meta a largo plazo. Transformarlo en algo que quede tan bien explicado como las instrucciones de Ikea (o mejor), en algo que sea entendible y ejecutable.

Los deseos… nunca fueron fáciles.

Es posible que en este camino nos aparezcan emociones relacionadas con el miedo o la tristeza, los deseos nunca fueron fáciles de lograr (aunque en Disney nos dijeran que “si lo deseábamos de corazón” se cumpliría). En esos momentos lo mejor que podemos hacer es sentaremos y charlar con nosotros mismos, entender qué nos vienen a contar nuestras emociones y qué podemos hacer. Quizá sea añadir alguna parada más, tomar algún otro sendero o simplemente pararnos a descansar.

El gran enemigo de los deseos son las prisas

Si la psicología fuera religión, podríamos decir que los deseos vienen del cielo y las prisas del infierno como metáfora para hablar de su incompatibilidad. Las prisas frecuentemente traen consigo estrés y exigencia, y empieza a aparecer una sensación de ganas de quitarse del medio todo aquello que lo provoca, lo cual nos alejaría del deseo como el diablo nos aleja de las buenas prácticas de Dios, y toca sernos fiel.

Entonces… ¿querer quitarme el 2020 de encima me aleja de mis deseos?

Lo dejo a tu reflexión, quizá lo que toca valorar es de qué “huimos” exactamente y sobre todo no poner todos nuestros deseos en el 2021 acercando este al cielo y el 2020 al infierno porque ninguno de ellos lo son, como nada es en el extremo, sino que tendremos que buscar el punto medio en el que sigamos encontrando deseos a pesar de las adversidades y que nos demos las ayudas necesarias para lograrlo saliendo del castigo, las prisas y las exigencias, que en realidad son nuestros mayores demonios y, paradójicamente el 2020 con su pausa global, por unos meses nos las quitó.

¡Feliz salida y entrada de año!

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