Nos suceden delante de nuestros jefes y nuestras parejas, con conocidos y desconocidos, en público y en privado, algunos pasan desapercibidos y otros, en cambio, tienen un eco que retumbará durante lustros. Todos, sin excepción, los cometemos, y sin embargo, no a todos nos afecta del mismo modo.
Son errores garrafales, meteduras de pata, equivocaciones monumentales, fracasos inapelables,… o en ocasiones simples fallos…Tras éstos toda una serie de pensamientos negativos aparecen en nuestras mentes hundiéndonos, aplastándonos contra el suelo e inmovilizándonos, como si de una densa cascada de cemento se tratara. Destrozando la confianza y seguridad en nosotros mismos, tambaleando nuestra valía.
“Has fallado- no vales para esto- será mejor que abandones- ni siquiera lo intentes- ya nunca lo conseguirás”.
Toda esta “retahíla mental ” tiene su origen, como tantas otras cosas en nuestro aprendizaje temprano, en nuestra a-veces-no-tan-tierna infancia. Nuestros errores son sancionados, vistos como perjudiciales por nuestros padres, profes y/o tutores. Nos instan a hacer las cosas de “la mejor forma posible”, dirigido a conseguir triunfos, como si hacer las cosas sin más, por el hecho de “disfrutar haciéndolas”, fuera un sinsentido improductivo y banal. Todas estas indicaciones y sugerencias van calando, crecen y se alimentan de nuevas experiencias, hasta que finalmente acaban adoptando la forma de un monstruo. Una bestia que no por frecuente en nuestra sociedad, resulta menos dañina para quién lo sufre. Un monstruo capaz de paralizar nuestras vidas, impedir que luchemos por nuestros sueños y capaz de conseguir que dejemos de creer en nosotros mismos. Es el miedo al fracaso y a cometer errores.

¿Cómo puedo domar a la bestia? ¿Cómo recuperar la confianza perdida tras un error?
Piensa:
¿Eres humano? Si tu repuesta es sí, bienvenido a la especie. Los seres humanos somos imperfectos/as y cometemos errores, es inherente a nuestra especie. Tolerarlos es la forma de favorecernos, nos hace menos vulnerables y fortalece nuestra propia valía.
Los éxitos están sobrevalorados. No aprendemos de los éxitos. Equivocarnos es la manera de aprender, si no fallamos, difícilmente podemos mejorar.
Date la oportunidad! Cuando te rindes, tras haber cometido un error. Cuando dejas de luchar y dejas de perseguir tu sueño. Cuando ni siquiera lo intentas. No estás evitando fracasar, estás fracasando de antemano.
Fíjate en lo que puedes ganar más que en lo que podrías perder. Si tratas de llegar a la cima de una montaña escalando por una empinada pared, y en lugar de atender a los agarres donde poner tus pies y tus manos, tu mente se pierde en el desplome que tienes detrás de ti, estás entorpeciendo terriblemente tu ascensión, hasta el punto de hacer más probable la caída.
Un fracaso en ningún caso te convierte en fracasado, sólo es un camino equivocado para llegar a la meta. Thomas Edison fracasó 1000 veces antes de llegar a inventar la bombilla incandescente. Comentó:” he encontrado 1000 formas de no hacerlo, ahora estoy 1000 veces más cerca de lograrlo”.
Prueba a:
Cometer más fallos, provócalos, fracasa más. Verás que te libera entender que no se acaba el mundo por equivocarte, tu confianza y seguridad no dependerá de cuántos errores cometas.
Atrévete! Asume riesgos. Prueba a hacer cosas nuevas, si no sale bien, aprende de lo vivido y felicítate por haberte atrevido. Es el camino para crecer como persona.
Ríete de tus errores. Quitarle hierro a estas situaciones hará tu vida más divertida y menos dramática. Los golpes son menos dolorosos con humor.