Sentados en la mesa, mientras comen, escuchan las noticias y nos oyen comentar, que si Putin
esto o lo otro, que si qué horror… Que qué va a pasar…
Notan nuestra agitación y nuestro miedo, aunque sin saber muy bien qué pasa, perciben el peligro.

Como ya han visto que antes hubo un virus, que empezó en la tele, en las noticias y que nos tuvimos que quedar en casa, sin cole, sin vacaciones, que hizo mucho daño, trajo tristeza y preocupación y a veces muerte y que ese virus no se ve y que hay que protegerse y tarda en irse.
Y ahí están sentados en la mesa absorbiendo a veces sin preguntar solo imaginando.
Con el virus llevan mascarillas y se lavan las manos, eso es lo que había que hacer para estar seguro, pero hay que tener cuidado. Ahora ante esto, puede que se pregunten ¿Qué tengo que hacer?

Tenemos que tener en cuenta, aunque aparentemente parezcan ausentes de nuestra realidad de adultos, que los niños están atentos a lo que sentimos, nosotros somos los espejos del mundo, lo que decimos, como lo decimos, nuestra reacción etc. Fijaros como cuando reaccionamos ante una noticia ellos no miran a la tele, nos miran a nosotros, a ver qué es lo que estamos sintiendo, que cara estamos poniendo para saber cómo tienen que sentirse ellos. Por eso ahora es bueno tener un cuidado especial, hay que tener en cuenta que ellos siguen viviendo en el mundo de mascarillas, por lo que el miedo está aún presente en su día a día; acordarse que ellos viven en un mundo imaginado, en un mundo de conclusiones de las que no saben ni entienden y que pueden dejar secuelas en lo que es la apreciación del mundo y de su seguridad.

¿Cómo le hablo a mi hijo/a de la Guerra en Ucrania?

Por lo tanto, es aconsejable seguir unas ciertas pautas según nos ha aconsejado Ana Losada experta en educación primaria:

  • Observar si hay conductas distintas en los niños ver si hay cambios en su forma de dormir, a la hora de comer o a la hora de afrontar distintas situaciones del día a día (salir de casa, despedirse, levantarse o afrontar las tareas diarias).
  • Tener especial cuidado con los programas que elegimos cuando los niños están presentes, tener en cuenta lo que aparece en la televisión. A veces ellos están comiendo, en el salón delante de la televisión, o les dejamos solos mientras aparecen noticias o imágenes muy duras que ellos pueden ver.
  • Procurar ver cómo estamos, y cuando ellos están delante no tener un lenguaje alarmante o apocalíptico que a veces queda sin explicación en nuestra conversación, lo que para nosotros es una conversación más que ya ha acabado, en ellos sigue activa y genera una preocupación grande, y lo peor es que a veces ni siquiera son capaces de verbalizarla.
  • Explicarles lo que está pasando desde la tranquilidad sin mentirles, pero tener en tener en cuenta que si preguntan siempre hay que contestar, sin quitarle importancia y ajustándonos a una realidad, con el lenguaje apropiado, sin que genere una alarma que ellos no puedan controlar.
  • Ellos saben, porque el mundo es así, que existe la guerra, que hay personas que están sufriendo y no es malo que ellos tengan ese concepto, porque eso es el mundo real, pero les enseñamos nosotros, que existe una visión de lo que está sucediendo desde la tranquilidad, que vean dónde está en un mapa, que sean conscientes de que es algo que no es bueno, pero que está lejos de nosotros, que nosotros, por suerte en estos momentos no tenemos peligro; ellos ya saben que existe lo bueno y lo malo, la paz y la guerra, pero van a tener una explicación que rellene el hueco de lo imaginado con las palabras desde la seguridad y la calma de sus padres y los educadores.
  • Hablarles también del apoyo del mundo de que vivimos, un mundo social donde nos cuidamos los unos a los otros, decirles lo que muchas personas están haciendo para cuidar a esos niños que a lo mejor ellos han visto sufriendo por la televisión, que sepan que hay mucha gente trabajando para que todas esas personas estén bien, que el mundo también cuida, que hay personas trabajan para que las cosas vayan bien, esto alivia su carga de responsabilidad y le da permiso para seguir siendo feliz a pesar de todo.
  • Y por supuesto, tener nuestra labor de enseñanza, de educar, que noten que formamos parte de esa humanidad, que nosotros también somos parte de esas personas que ayudan y apoyan la paz; dependiendo de la edad podemos, por ejemplo, en vez de comprar ese chocolate o algo para nosotros, ir al supermercado y gastar ese dinero en algo de alimento para poder enviar donde se necesita, remarcar ese esfuerzo y esa generosidad, y así tener conciencia de que estamos poniendo nuestro granito de arena.

Tener en cuenta que a veces los niños no pueden o no saben qué es lo que les pasa a veces es bueno hablar con un psicólogo infantil o con un educador si se necesitan pautas o para resolver cualquier duda o ayuda sobre la salud de nuestros pequeños.

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